No son pocos los medios que opinan que la viralización del caso del Intendente Martín Gill, en lo que hace a las violaciones de todas las normativas del aislamiento obligatorio o cuarentena, responde a una cuestión política. Que ha sido aprovechado por la oposición interna. No lo sé, es tanta la miseria de valores y principios que los amontona, que puede ser que tales expresiones respondan a una realidad. El principal matutino de la Provincia, La Voz, indica este sábado, a través de uno de sus columnistas algo de eso. Que están preocupados los hombres de la Casa Rosada, principalmente el Presidente Alberto Fernández, con quien habría estado en estos días, en trío con Katopodis. Seguramente están. Lo cierto, lo innegable, lo concreto, es que Martín Gill se ha cubierto, como tantos otros de sus pares, de IMPUNIDAD. Por ahora es política. En cuanto a la indemnidad de la Justicia solo resta esperar. No nos generemos demasiadas expectativas.
Esa enfermedad, tiene como principal patología el sentirse todopoderoso, es muy típica de los gobernantes en un país donde todo lo escrito sobre la materia de derechos y obligaciones, fue incinerado hace tiempo. El ex rector de la UNVM, violó todos los protocolos. Y se puso indolentemente a jugar con la sociedad a la que él mismo mandó una y cien veces a estar encerrados, a cumplimentar lo que los distintos COEs indicaban. Gill debe estar pensando que es un enviado del Mesías, sino, de lo contrario no puede hacer, no debería haberlo hecho. Esta es una, pero su recientemente votada, segunda licencia, fue todo un cronograma de comedias, tramoyas, ocultaciones. Desde violar las normativas de la Carta Orgánica, como si la misma fuese el rollo que contiene al papel higiénico. Obvio, esto se enmarca en otra dimensión más patológica. Cuesta entender que alguien que esté en sus cabales, con la responsabilidad que le compete, se haya venido desde Buenos Aires, luego de haberse hecho un hisopado, sin esperar los resultados. Es preciso indicar que un test anterior le había dado positivo. En esas condiciones viajó, dice, para estar en el cumpleaños de su madre. Flaco favor de afectos. Una fiesta donde no se sabe, con veracidad, cuánta gente concurrió. Ellos, tal vez lo conozcan. No lo dirán. Lo concreto es que desde el COE ya se llevan cerca de 40 hisopados realizados o más. Agregando que, por todo lo actuado, esta causa, ya está en del Ministerio Público de la ciudad, fiscalía del segundo turno, a Cargo de Juliana Companys. Desde esas oficinas se indicaría que ya estaría imputado. Y hay más gente en la mira de la investigación.
Es imposible, para quien rubrica este escrito, no sospechar que este puede ser otro de los tantos casos que quedará en la nada. La afinidad entre ambos poderes, no puede menos que generar especulaciones.
No pocos se preguntan, cómo un Intendente, o persona cualquiera, puede poner en riesgo la salud de sus seres más queridos. Como lo hizo. Desde lo racional esa explicación queda en el vacío. En todo caso lo deberá responder él implicado. Pero que su maniobrar fue temerario y delirante, forma parte de una fotografía de lo sucedido. Su comportamiento despierta recelos; con anterioridad, semanas antes se había realizado, siempre desde su alocución varios hisopados. Sin embargo, no llamó a periodistas para narrarle estos hechos- Por qué ahora, antes de que se conociera el “positivo” públicamente, sí, lo hizo, comunicándose directamente desde Buenos Aires, con varios periodistas villamarienses y posiblemente también de Córdoba. Sus declaraciones suenan contradictorias.
Si esto responde a un entretejido político, es viable, pero no más que aleatorio al fin.
Lo que no podrá negar Gill, es que esto, cuyo final con la salud de tanta gente, es incierto, anhelando que no pasé de ahí, que es el único gestor de tanto desatino, torpeza, equivocación, despropósito, disparate, todo en el marco de un sentido de impunidad.
El ahora secretario de Obras Públicas de la Nación, siempre se jactó de estar formado en las bases de la ética y moral. Si realmente le queda un poco, poquito de todo eso, que fue su bandera de presentación, no debería dudar un instante en renunciar a un puesto de Intendente. Demasiados yerros. Sí esta persona, que se burló de todo lo que ha venido proclamando, en la misma sintonía que el gobierno nacional, no es capaz de cuidar sus seres más allegados a sus afectos, más queridos, conque capacidad se supone que puede cuidar de una ciudadanía que lo votó. No solo debería renunciar usted señor Martín Gill, también tendríamos que mirar a los concejales, integrantes el oficialismo, que demostraron que, a ustedes, tampoco parece importarle demasiado la ciudad que gobiernan. Tenemos que cuidarnos del COVID 19… para eso alguna vez habrá un antídoto, pero mucho más imprescindible es tomar conciencia de La IMPUNIDAD con la que se manejan y nos manejan, porque para ese trastorno, no vamos a encontrar vacunas.