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Imagen de Miguel Andreis

Miguel Andreis

Testimonio del ayer.

Escribe Leo Muñoz

Descansando el sueño final, bajo un añoso algarrobo y un tala, con algunos árboles jóvenes entrometidos que empujan su estructura, con la complicidad de duraznillos en la isletilla de monte, la que fue una casilla tirada por caballos, hace patente el feroz paso de los años. Pero con hidalguía hace presente los recuerdos que atesoran sus ruedas de hierro, el maderamen vencido y un chasis que porfiadamente continúa sosteniendo la estructura.

Casilla de madera

¿Casilla de trabajadores rurales?

Es la típica casilla tirada por caballos, que daba cobijo a buhoneros, artistas circenses de antaño, vendedores de ilusiones, zíngaros de tantas leyendas. Aparentemente fue construida para trabajadores del campo, en tiempo en que levantar una cosecha y operar maquinaria rural demandaba de muchas personas, hacia el 1900. Todo indica que sobre un chasis anterior se construyó la casilla de madera, si bien su último techo fue de chapas de zinc acanalado. Desde la puerta trasera asoman los recuerdos entre las viejas tablas.

Cara posterior de la casilla

Ruedas con historia

Las cuatro ruedas de hierro pertenecen a la firma “Ruston.Proctor & Co” de Lincoln en Inglaterra. La compañía cambió de nombre y socios con el tiempo. Nacida en 1840, tomó la denominación de referencia en 1857 y la mantuvo hasta 1918, en la que volvió a cambiar. La construcción de maquinaria de vapor fue su campo industrial: tractores, locomotoras, motores portátiles, por excelencia, incluso maquinaria de excavación. En internet se encuentran fotos de maquinaria de esta prestigiosa firma inglesa, fruto de la Revolución Industrial.

Rueda delantera izquierda

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