Escribe: Raquel Baratelli.
Así es, chicos, tanto desearlo y desearlo durante 365 días y el 2024 se nos fue en un suspiro. Acá empezando otra vez un flamante Año Nuevo con esperanzas renovadas, diciéndole adiós a las penurias; al tacho desaciertos e incluso logros…. Pero ¿qué esperamos realmente y por qué? ¿De dónde sacamos que la llegada del año nuevo “per se” va a traernos algo diferente y mejor?
Sabemos que el tiempo y su transcurso es una realidad, pero la medición de su paso es una simple convención y los cambios de año son, en definitiva, lisa y llanamente un invento humano para organizarnos un poco la vida y para poder registrar no sólo eventos naturales como las estaciones, el día y la noche sino también los hechos de la humanidad, ya sean individuales o colectivos, regionales o globales que se suceden día tras día; por lo que resulta ingenuo pensar que de un día para el otro las cosas se irán “pum para arriba” por el sólo hecho de que se hayan movido las agujas de un reloj.
La verdad es que las cosas no pasan solas, la realidad personal, familiar, colectiva y global es consecuencia de nuestros actos y por lo tanto de nosotros depende si vamos para arriba, para el costado, para abajo o si nos estancamos en el barro en el que estamos.
El paso de hoja en el almanaque de tu vida solamente determina que te vas poniendo viejo, si necesitás cambios vas a tener que laburar, proponer, pensar, desarrollar, evolucionar, compartir, aprender que los cambios empiezan con vos y que la esperanza de un futuro mejor debe resumirse en el empeño que le pongas a tu día a día y en el trazado colaborativo del camino a seguir.
La festichola de fin de año, otro invento de la humanidad para compartir algarabías, chupis y comilonas con los seres queridos, simboliza nada más y nada menos que la necesidad de combatir la incertidumbre de estar vivos, una excusa más para alejar los malos recuerdos, para renovar las ganas, reconciliar enojos, renombrar promesas , compartir y proponer metas. Sin embargo, el primer día del año que recién empieza nos encuentra tumbados por la fiaca, con menos ganas de hacer cosas que el día anterior, con la neurona nublada y con nostalgia de buenos tiempos pasados.
Con el pensamiento puesto en lo que falta por hacer y en las vacaciones, arrancamos el 2025 sin mirar atrás, esperando que tanto brindis suelte de una vez la magia de la lucidez y el empuje necesarios para cumplir con todo lo que deseamos. Aunque con el calor no se puede, viejo, hay que esperar la fresca ¿Qué apuro hay? Total, tenemos 365 días para alcanzar nuestros anhelos, un año entero por delante para volver a desear que se termine el año y empezar de nuevo.