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Miguel Andreis

Qué veranito papá!!

Escribe: Raquel Baratelli

Arrancó el verano, chicos, calentitos los panchos,  termómetro al palo, mosquitos insaciables; estampida de precios y las ganas de salir corriendo que se apoderan de nuestro ser.

El año nuevo arrancó con todas las de la ley, vientos, aguaceros y granizadas varias, más inflación inestabilidades  de todo tipo… y si de ley se trata, la Constitución bien gracias. Clima de locos.

Movilizaciones gremiales en enero, nunca vistas, poder judicial laburando, pocas veces. Este 2024, con su olor a cambio nos tiene a mal traer. Cuando la mente argenta estaba entrando en el letargo estival, característico post locura de fin de año, ¡sácate! “El León” y sus secuaces lanzaron el rugido que despertó hasta a los pibes de la CGT.

En momentos en que el laburante está intentando tomarse vacaciones, ni para la pelopincho alcanza; llegan las ansiadas lluvias, y se pasan de rosca provocando desmanes ;  los mosquitos felices, no hay repelente que alcance; cuando el turismo empieza a activarse, hay menos vuelos, la nafta se va por las nubes, los bondis cuestan un huevo y el maple de huevos ni te cuento….

Ya lo advirtió Papá Noel, con su trineo a media máquina y el Niño Dios se la veía venir por la escasez de regalos , diciembre anunciaba tiempos de vacas flacas y bolsillos secos. Ya  veremos por dónde anduvieron los Reyes, pero ni con magia, viejo.

En fin, escenarios difíciles y este que hoy nos toca, pero la vida es así, chicos, todo vuelve, hasta las peores inflaciones.  

Afortunadamente, la mente argenta es resiliente de por sí y está preparada para bancar lo que venga; en momentos difíciles la creatividad sale a la luz, la Fe empieza a mover  las montañas de incertidumbre, la amnesia se apodera de la neurona, el panorama se aclara y al tiempito uno se acostumbra y  todo se ve mejor.

Quien vacacionara una quincena, chocho pasea un finde;  no hay más  ahora doce, bienvenido al fiado; aumenta el boleto, las golosinas y el pan, se usa la bici, se cuidan los dientes y se come menos pan; quien trabaja en blanco reza y el contratado va organizando alguna changa; si la carne se va por las nubes y  los lácteos vuelan, con papa, fideos y mate alcanza…

Para bien o para mal, el ser Argento siempre se acomoda. 

Así  es la cosa, chicos, en esta Argentina nueva, del  “verdadero” y tan ansiado  cambio hay que tener paciencia y al que quiera celeste que le cueste, sólo esperemos que  quien proponga rascar la olla también la rasque.

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