“Con la dignidad no se come, pero un pueblo sin dignidad se pone de rodillas y termina sin comer”. Julio Anguito
Escribe: Cristina Pablos.
La canasta básica alimentaria subió 9,2% el último mes, basta con ir a hacer las compras para darse cuenta sin necesidad de encuestas. El Crispalooza salió $72.115.000 que pagamos todos, kirchneristas y antikirchneristas. Hebe de Bonafini murió impune ergo, cualquier habitante del país también puede desoír a la Justicia. El PAMI gastó $ 14 millones en cotillón para el mundial; no me imagino a ningún adulto mayor queriendo hacer el ridículo con un gorro de arlequín. 110% creció el patrimonio de Sergio Berni en los últimos 2 años, por eso no tuvo tiempo de encargarse de la seguridad en la provincia de Bs. As. Larroque le dice al presidente “que desperdició el poder” (¿qué poder? Si es de CFK).
El ranking de felicidad de los argentinos ocupa el puesto 57, muy por debajo del de Uruguay, Chile o Brasil; la inflación y la inseguridad son dos de las principales causas de infelicidad. Tenemos el menor índice de vida que la mayoría de los países que juegan el Mundial. Se gastarán más de 22 millones de dólares en la compra del avión presidencial. Los legisladores ganarán, a partir de enero, más de $500.000 más viáticos, desarraigo, etc. trabajando unos pocos días por año mientras el personal de salud -los médicos, precisamente, ganan un poco más de $100.000 trabajando casi 20 horas por día.
La mafia sindical y los líderes piqueteros siguen destruyendo el empleo genuino al reclamar cada vez más planes sociales. “Algo huele mal en Argentina”.
¿Qué nos pasa que no reaccionamos? ¿Dónde quedaron todos los banderazos, en plena pandemia? Banderazos de la gente que no era de bien, según los dichos del presidente. La situación no sólo es peor que en 2015 sino que es mucho peor que la del 2001, cuando se pedía “Que se vayan todos”.
Si bien no comparto ese slogan que sindicalistas como Baradel, por ejemplo, que por nada le hacían paro a Vidal ahora están como anestesiados al menos, me parece raro.
Todos estamos anestesiados, asombrados y asustados porque cada vez vamos cayendo más abajo. ¿Qué hacer? ¿Arrollar las banderas argentinas detrás del desánimo y la frustración? Y mirar, impávidos, cómo nuestros jóvenes emigran buscando un futuro que aquí no vislumbran siquiera. Estamos en un estado de depresión y angustia que no nos permite ningún reclamo. ¿O estamos todos esperando las elecciones para ver si algo cambia? Si es así, que la oposición tome nota.


