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Imagen de Miguel Andreis

Miguel Andreis

Oye tú.

Escribe: Raquel Baratelli.

Entre autobuses, albercas y pasteles, los cordobesitos de hoy en día, influenciados por los dibujitos animados, van por la globalización del idioma.

Esos “locos bajitos” han dejado de “joder con la pelota” para sucumbir al magnetismo de los personajes animados “mexicano hablantes” que se reproducen con sólo tocar la pantalla de cualquier artefacto cibernético que tengan a mano en el hogar.

Los peques  de Córdoba van por la vida aprendiendo a hablar de cerdos, columpios y bañeras, tratando a sus pares de Tú, sorprendiendo a los adultos frase tras frase con palabras ajenas al cordobés básico y sin dar lugar a la tonada que nos caracteriza, que en el mejor de los casos ha mutado a neutra. A ver, chicos, globalizar la economía es una cosa, pero pisotear la cultura popular y la cordobeseada permitiendo que los peques hablen en neutro, es una aberración.

Qué decir de la transculturación que estamos impulsando con tanto reguetón y cumbia, reproducidos por todos lados, incluso en fiestas infantiles;  en un abrir y cerrar de ojos, los niñitos son centroamericanos, bailan perreando y  te cantan la letra completita de los temas más sexuados  del momento, comiéndose todas las S, cambiando la R por L, mientras rogás que no entiendan lo que dicen. Lejos quedó el cancionero” inocente” y educativo de las rondas infantiles bien argentinas, con La Farolera y su tropiezo de amor a primera vista o los Maderos de San Juan y su alusión al inequitativo mundo laboral; poco se sabe de Zambalele y su intención de subir a la luna, hasta se extraña el “chu chu wa”, que con su autenticidad provinciana estimulaba el reconocimiento corporal y la coordinación.

A estas alturas, viejo,  antes que  preocuparte por la imposición  del lenguaje inclusivo,  hay que enfocarse en  defender las tonadas y los modismos regionales propios, no podemos permitir que el” che vo” mute al “oye tú”, ni destrozar el sabor de una torta llamándola pastel; si seguimos así  nunca más pasará el “bondi”, se acabaron las “milangas”, ahora comeremos “bistecs apanados” y ¿qué suerte correrán las empanadas y los championes?  

Todo sea por la diversidad de tonadas, que los niños sean la esperanza de la multiculturalidad regional, estimulemos a los tesoritos a ser auténticos y que hablen  en su lengua materna, sino qué ¿me van a hablal de amol?… ¡mielda!

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