Escribe: Cristina Pablos.
Hay un completo desgaste de las ideologías tradicionales y una despolitización del hombre común que dejó de creer en la política y, sobre todo, en los políticos. La opinión pública tomó vida propia y es anarquizante; lo único permanente es la fugacidad. Los votantes ya no son de nadie. Los oradores son poco escuchados. Los aparatos partidarios sirven de muy poco y los dirigentes pescan en la pecera mientras el 80% de la sociedad nada en mar abierto (lo han demostrado los sucesivos banderanzos).—La oposición debe tomar nota de este tsunami antipopulista (de izquierda o derecha) que se está desatando en América Latina. El modelo de república está en crisis.—Frente al populismo, en una región que está quebrando las reglas republicanas, la oposición tendrá que inventar un nuevo modelo de liderazgo que enamore, especialmente a los jóvenes-y no tanto- desengañados de los modelos tradicionales.—En toda América Latina hay crisis de las instituciones. Los jóvenes sin esperanza y poca paciencia toman nota de lo que pasa en Colombia y pasó antes en Chile y Perú.
Mientras el gobierno usará la vacuna para canjearla por un voto, la responsabilidad de la oposición es defender los valores republicanos. Y, ante la falta de plan y GPS del oficialismo, los opositores, tomando cuenta de ello, deben presentar propuestas que atraigan a la sociedad, rescatando los valores morales que se están yendo a la banquina.
La oposición debería dejar de deshojar la margarita; con decir “estamos unidos” no sirve. Allí está Carrió, la mística, que cree que Dios nos salvará. Vidal que no se decide entre el amor o la política. Macri tirando algún tweet de vez en cuando. Y otros referentes como Negri, Wolf, Iglesias, Bullrich, Pichetto recorriendo los programas de televisión. ¿Por qué no muestran a la sociedad descreída una foto del conjunto y ofrecen algún plan para salir de esta compleja situación? Tanto Macri como Vidal reconocieron, en sendos libros, los errores cometidos. Bueno, sobre ese aprendizaje, ofrezcan otra cosa, distinta a lo que hay y adaptada a la nueva sociedad desencantada.
Por otro lado está Espert, el llanero solitario, vehemente utópico, que se cree que todo pasa por dejar afuera a la mitad de los empleados públicos y cambiar los subsidios por trabajo. La idea es buena pero, hacerlo de un plumazo, en un país que vanagloria la vagancia y que, empezando por Alberto Fernández, descree de la meritocracia y el esfuerzo, Arde París (título de una novela) no, Arde Argentina.
Vamos oposición ¡LEVÁNTATE Y ANDA! Antes que sean comidos por los halcones (del gobierno, obvio).


