“Pucherito de gallina, con viejo vino carlón.”
Escribe: Leo Muñoz
Edmundo Rivero
Leonel Edmundo Rivero (1911-1986) es considerado uno de los principales cantantes de tango de todos los tiempos, sin embargo, no fue sencillo afianzarse en al ambiente, por su voz de bajo tan definida.
Como otros famosos, integró la orquesta de “Pichuco” Troilo, quien admiró y sostuvo a Rivero, en su particular estilo. Defendió el lunfardo, que en su voz sonaba pleno de sentido y expresión.
En 1969 inauguró “El Viejo Almacén”, icónico domicilio del tango porteño. Algunas de sus grabaciones son inmortales, como “Sur” y “Cafetín de Buenos Aires”.
“El Tropezón”
Los amantes de la vida nocturna, los artistas del ambiente tanguero como Edmundo Rivero, solían terminar sus noches en algún bodegón porteño, lugar donde a buen precio se come simple, sabroso y abundante, acompañado de vino.

“El Tropezón”, mencionado en la letra, era uno de estos lugares. En Avenida Callao 248, entre Corrientes y Sarmiento. Inaugurado en 1893 (en otro domicilio cercano) servía su famoso y conocido internacionalmente, puchero de gallina, pantagruélico, interminable, exquisito.
Era lugar habitual de artistas y políticos, entre ellos, Carlos Gardel, que ocupaba siempre la mesa 48, donde disfrutaba del puchero, su plato favorito. Discépolo, Yrigoyen, Illia, Lola Flores, contemporáneos como Susana Giménez, la “Tana” Rinaldi, el “Negro” Lavié, Nora Cárpena, Moria Casán, Lucía Galán, también han elegido el lugar. Cerró sus puertas en 1983, reabrió en 2017 en el mismo domicilio.
Pucherito de Gallina
Roberto Medina (1923-2000) inmortalizó el lugar con su tango “Pucherito de Gallina”, logrando una magnífica interpretación Edmundo Rivero, habitué del lugar.
El vino “Carlón” era de producción española y venía en barril, así como la contraparte italiana era el vino “Barbera”. La letra recorre otros elementos de aquellos tiempos, como los “cafisios” que tomaban el chocolate en “La Giralda” de Avenida Corrientes, mientras esperaban a las “minas”, sus pupilas, que trabajaban en los cabarets. El humeante manjar traía carnes, verduras, garbanzos, así como los “caracús” en una olla con caldo, que era untado en pan.
“Pucherito de Gallina” (Roberto Medina)
Con veinte abriles me vine para el centro,
mi debut fue en Corrientes y Maipú;
del brazo de hombres jugados y con vento,
allí quise, quemar mi juventud…
Allí aprendí lo que es ser un calavera,
me enseñaron, que nunca hay que fallar.
Me hice una vida mistonga y sensiblera
y entre otras cosas, me daba por cantar.
Cabaret… “Tropezón”…,
era la eterna rutina.
Pucherito de gallina, con viejo vino carlón.
Cabaret… metejón…
un amor en cada esquina;
unos esperan la mina
pa’ tomar el chocolate;
otros facturas con mate
o el raje para el convoy.
Canté en el viejo varieté del Parque Goal,
y en los dancings del viejo Leandro Alem;
donde llegaban “chicas mal de casas bien”,
con esas otras “chicas bien de casas mal”…
Con veinte abriles me vine para el centro;
mi debut fue en Corrientes y Maipú.
Hoy han pasado los años y no encuentro,
calor de hogar, familia y juventud.
Fuentes: Tangos al Bardo, La Nación




