Escribe: Miguel Andreis.
Entre la esperanza y las expectativas
Quisiera comenzar este escrito diciendo que tengo la convicción que el país saldrá adelante. Que Milei nos llevará hacia una nación que nunca conocimos. Que todo el esfuerzo que nos piden se justifica en función de la sociedad que le dejaremos a quienes nos sobrevivan. No me sale. Quiero, pero no le puedo creer.
Prima en mi interior la sensación de una macabra farsa. No obstante, en esta contradicción que me atraviesa, anhelo que le vaya bien. Supongo que eso nos llevará a que nos vaya bien a todos.
Voltaire escribía que “en una sociedad es imposible que les vaya bien a todos…”. El análisis se centraba en algo elemental, “para que unos menos estén muy bien es necesario el esfuerzo de muchos que apenas lograrán subsistir o perdurar en una existencia de interminables carencias”.
Sin embargo, si bien se me ha fugado la esperanza en estos pocos días de su gobierno, en su lugar quedó la expectativa. No es lo mismo, pero no es la negación absoluta.
Quisiera ser uno de los tantos convencidos que consideran como una obligación el apostar que el hombre que se autodefine como “León”, podrá revertir la realidad, desde lo socio económico, más nefasta que nos toca soportar desde que Argento es Argento.
Y esta ambivalencia de pensamientos me inmoviliza. Me neutraliza, pero no creo que esta solicitud de esfuerzos, que recaen exponencialmente en los que menos tenemos: laburantes, laburantes en negro (45%), jubilados, clase media, media baja, con su frase de profundo contenido filosófico, nos condenó, a lo peor, con nuestro consentimiento y, hasta diría con beneplácito.
Casi como si se tratase de una cuestión religiosa, mesiánica donde prima aquella definición de la FE: “Es la certeza de lo que no se ve”. Así estamos. Tenemos la inflación de un país sometido a una guerra o a un monumental cataclismo. Cosa que no ha ocurrido -afortunadamente-, perdón, sí, pensar en aquellos gobiernos de los últimos años, de CFK; Macri, o el de Alberto Fernández y su intento de sucesor, Sergio Massa, un hipócrita enajenado de ambiciones burdas, con su “plan Platita” que le costó al país, (a usted, a mí, a todos) más de 12.000 millones de dólares, fueron más que 10 terremotos juntos y cinco guerras de alto voltaje.
Si bien los que más desparramaron inequidades fueron los dos últimos, pero ambos alcanzaron una exponencial destrucción en todos los órdenes. Enormemente eficientes en el acto deplorable y nefasto de hacernos creer que la corrupción es una potestad del poder. Habrá que señalar que no pocos le creyeren o se hicieron los bobos a la hora de ir a las urnas.
No deje de mirar el espejito retrovisor… el que delata al pasado dejado atrás
Y escucho a Milei y cada vez entiendo menos. Intento ser racional pero lo emocional gana mi materia gris -o lo que queda de ella- por goleada. ¿Cómo puedo creer que en un país donde no existió una guerra (cercana) ni cataclismos devastadores las heladeras cada vez estén más vacías y los bolsillos agonizando de sed? Lo que podría decirse un parámetro simple.
Este año habrá una enorme baja en los colegios privados, por los costos. Además, e intuyo de enorme importancia, sigo ilusionado que los que dinamitaron a Argentina vayan presos. Tampoco puedo considerar como favorable señor presidente cuando sostiene que no va a gobernar mirando el espejo retrovisor.
Don Javier, si usted no entendió algo tan elemental en política sobre la importancia del espejo retrovisor, como si el pasado no fuese significativo, volveremos a repetir errores. Y gruesos errores. Algunas materias le están faltando. También diré que gran parte de los proyectos de Necesidad y Urgencia, o las otras leyes a granel presentadas tienen cosas muy importantes y trascendentes. Indispensables.
No obstante, no me suena institucionalmente coherente que la “casta”, donde los iluminados escasean, levanten las manos a todo lo que usted le pida. Y vuelvo a preguntarme o en todo caso a preguntarle: ¿Cuándo van a ir en cana lo que se robaron todo? Entre ellos a esos que usted se refirió por dos años como lacras -teniendo razón- y ahora le está pidiendo los votos.
Me repiquetean las contradicciones ¿Devolverán lo inconmensurables fondos que se han robado? Para eso hay leyes. Aplíquela nomás. Sin espejito NO don Javier. Nos choca la historia.
Desconozco como será el futuro, y aún dentro de mis expectativas, temo que la violencia nos desborde. Elementos disparadores no faltan. Deje que la Justicia tome el rol que le corresponde. Estamos como estamos porque la impunidad tomó anabólicos por años dejando a la Justicia en la banquina con la boca tapada. No le pida más esfuerzos al pueblo. Sé que el contexto no responde a su responsabilidad. Vale recordar hechos que si se fija en el espejo retrovisor se los puede mostrar.
Situaciones de horror como los que pueden venir, después del primer tiro a nadie importa quién apretó el gatillo primero. Cárcel, cárcel, cárcel… Si quiere que la sociedad lo acompañe y recobre la esperanza en usted, esperanza que comienza a diluirse -aún muy poco, por suerte- como agua entre los dedos.
Sin Justicia y heladeras raquíticas, usted debería pensar muy bien el pedirle mayores sacrificios al pueblo… con aquello de “No hay plata” la paciencia emprende la fuga más rápido de lo que usted y su gente piensa.
Solo mire el espejito…


