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Miguel Andreis

Mientras nos encierran, otros tejen el poder para el 2023.

Argentina: Lo peor no va a ser el COVID 19…

La noticia apenas si tuvo una escasa repercusión en el orden local. El 17 de noviembre de 2019, aparecía en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei el primer caso del coronavirus (Covid 19). Se trataba de un chino de 55 años. Si bien las distintas usinas informativas, especialmente de occidente, indican que, con casi 15 días de anterioridad, el Gobierno Chino ya conocía sobre este virus, y se lo reservó como secreto de estado. Los profesionales de la salud que estaban al tanto del riesgo se expresaron bajo anonimato. Solo un médico se atrevió a avanzar con detalles. El galeno, curiosamente desapareció en el mes de diciembre. Nada más se supo de él. Aparecen otras connotaciones que, al menos, deberían servir como un aporte más en este indescifrable mapa de perversidad y muerte. Recién en enero del corriente año (2020) el citado país dio a conocer oficialmente el brote del virus.

A fines de enero, en un programa televisivo inglés, entrevistan, entre varios científicos, a Luc Montagnier, biólogo, virólogo, Premio Nobel de Medicina en 1983. Entre sus marcadas definiciones sostuvo que el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia del Covid-19, habría sido creado accidentalmente en un laboratorio chino. En aquel momento sonó a información para letras de molde. Lo que tornó más curioso de su alocución es que, tomando una Tablet e ingresando a una página donde se observaba en tiempo real el movimiento aéreo del mundo, con demarcaciones en una gran pantalla del canal sobre los aeropuertos internaciones con más vuelos. Montagnier está habituado a las polémicas en la comunidad científica y sus opiniones siempre suelen ser muy controvertidas. Esta no ingresó a la polémica, pero ocupó otro lugar de relevancia-Montagnier, obtuvo el Nobel de Medicina en 1993, compartiéndolo con colegas, por la investigación sobre el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), el virus del SIDA.

El hombre de la ciencia, subrayó un globo terráqueo, allí se podía apreciar los países con cuantioso tráfico aéreo, cuyo territorio quedaba absolutamente de un solo color y tapado de aviones. Estados Unidos, quizás el de mayor movimiento de aeronaves; lo mismo ocurría con Europa donde sobresalían, España, Italia, Francia y Alemania… Las tres primeras por la influencia del turismo. En la parte de América del Sur la preeminencia de Brasil era notoria. Argentina con un acotado movimiento, si se los compara con los nombrados, pero muy lejos de la incidencia de los señalados. Montagnier deslizó, más allá de lo técnico – por entonces el ciudadano común del mundo conocía poco y nada- que se trataba de “una enfermedad altamente contagiosa, enorme morbilidad y baja mortalidad”. Además, y, aquí lo impactante: “por primera vez en la historia de la humanidad, un virus sería contagiado por las clases pudientes a los más marginados”, señalando que el flagelo se trasladaría en los aviones. Así fue. Llamativamente el científico fue señalando las naciones que lo padecerían en mayor escala de casos letales: EE. UU; parte de Europa y en menor proporción otras naciones. No se equivocó.

Casi una premonición, solo que lo suyo fue racional, científico “a mayor cantidad de aviones y transportados, mayor número de infectados”. Marcó una interrelación entre ambas cosas. No hubo error. Otros panelistas sostuvieron que dadas las características del COVID 19, su influencia letal sería baja con relación a otras epidemias – La Organización Mundial de la Salud, posteriormente, el 11 de marzo, la declararía pandemia. (Pandemia: según la OMS, sostiene que una epidemia trasladada a otros territorios geográficos y que tome gran parte de la salud poblacional se la definirá pandemia, independientemente de la letalidad).

—- Cifras para reflexionar—-

En nuestro país el coronavirus es la segunda pandemia que se da en el siglo XXI: La gripe A en 2009, llamada también gripe porcina. La mortalidad fue baja, en contrasentido de la amplia distribución del virus. En total 19.000 víctimas, de esos 626 de Argentina.

Pero la epidemia que marcó un antes y un después fue la de la “fiebre amarilla” (1870- 1871), con epicentro en Buenos Aires (transmitida por mosquitos infectados, los mismos del dengue, zika y Chikunguña). 14.000 fallecidos en todo el país.En 1956 produjo la mayor epidemia de poliomielitis o polio en la Argentina, con 6.496 casos notificados. Causaba muertes o dejaba serias secuelas. Se está en camino de su desaparición. Algo asimilar aconteció con la viruela, una de las más exterminadoras …

Lo peor aún no llegó… llegará cuando levanten la cuarentena En todas las epidemias y pandemias, vaya saber por qué motivo, Argentina siempre tuvo un muy bajo nivel de mortalidad comparado con países vecinos. Es de esperar y todo así parece indicarlo, que también con el Coronavirus se pueda seguir el añejo camino de la historia negra y trágica. También es de destacar que ninguna, dada en las últimas décadas, fueron tan penetradas comunicacionalmente a la sociedad y mucho menos se aplicó una obligatoria cuarentena, paralizándose el país. Las consecuencias, muy posiblemente, las de exponencial magnitud, aún no aparecieron y, seguramente no tendrán una relación directa con el COVID 19, sino con los enormes daños colaterales. Más de un millón trescientas mil personas que ya no recuperarán su trabajo, cerca de trescientos mil negocios, comercios y fábricas, que no volverán abrir sus puertas. Una inflación que no registra antecedentes si tomamos la emisión de dinero que, tampoco se conoce en estas dimensiones… Las depresiones psíquicas por el encierro que iremos descubriendo. Los suicidios. El saber que una gran parte de la población que formaba parte de los guarismos de la clase media, bajarán, o bajaremos, dos o tres escalones. Y nos guste o no, lo asumamos o no, la POBREZA, para todos aquellos que vivieron en una continúa lucha para no caer en ella, de pronto se darán cuenta que han perdido su calidad de vida. Eso espanta. No todos están o estaremos dispuestos a vivir en las mayores carencias. En la indigencia. Ya nada será lo mismo. El gobierno dirá que hicieron todo lo necesario para cuidarnos, como justificando el ir y venir de sus acciones no siempre coherentes. ¿A qué le llamarán cuidarnos? ¿No se tratará de un encierro premeditado? En otras partes del mundo también se dio algo similar. Sería fantástico que estas letras fueran solamente un entintado carente de visión del país que se viene. Claro que sería fantástico. No obstante, es tanto el cinismo en el que naufragamos, que mientras el hombre común, laburante, tenía el hastío impregnado en su piel por las prohibiciones impuestas de los distintos COEs, desde los gobiernos, la clase política y especialmente quienes detentan en el orden nacional, provincial o municipal, nunca, o muy pocos se auto aislaron y, lo que es peor, mientras estábamos encerrados como sociedad, ellos, ya pensaban en cómo sacar ventajas para continuar gobernando en el 2003. Futuras elecciones para elegir quién ocupe el Sillón de Rivadavia. Por entonces los votos serán muy baratos. Ellos lo saben. La industria de las trenzas nunca se detiene y la especulación que no sabe de honestidad ni decorosidad, jamás se detuvo. La oposición, ciega e hipoacúsica, anémica en potencial, pareció contentarse con algunos banderazos, que no mellaron, ni por lejos, las intenciones de quienes usan la democracia como una fenomenal forma de esconder sus tintes de dictaduras. Mientras tanto nos quieren seguir haciendo creer que el “votar” es permitirnos ser ciudadanos con derechos constitucionales. Vieja farsa que les sigue siendo útil a quienes se nutren de las harinas del poder.

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