viejos en geriatricos
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Miguel Andreis

¡¡Maten a los viejos!!

Escribe: Miguel Andreis

Como en aquella antigua película argentina “la Guerra del Cerdo”, donde los jóvenes se entretenían matando a los viejos, parece resucitarse una antigua y retorcida parábola sobre lo que, en el país, se está haciendo con los mismos. Esta pandemia y por ende la cuarentena que va por los seis meses de aislamiento obligatorio, está condenando a una sociedad a un estado de impotencia temerosa debido a las decisiones que toman funcionarios denominados “Centro de Operaciones de Emergencia”, comúnmente denominados COE. Individuos que NO fueron elegidos por el pueblo. Pero que sus consideraciones parecen más una licenciatura de censura y afrenta a la inteligencia y derechos de la ciudadanía, que a generar medidas de proteccionismo real.

Señores del COE, ustedes me molestan, fastidian, siento que se burlan de los más elementales derechos constitucionales de la ciudadanía. Por momentos, presiento que nos están tomando el pelo, con la complicidad de no pocos medios y voces que se pliegan a estos actos. No sé quiénes son y menos quiénes les dieron tanta autoridad para manejar la vida de un pueblo.  Ya vamos por los seis meses de sus inconsultas determinaciones. Pero que, muy posiblemente, se estire en el tiempo, mucho más. Me abruman sus informes que me rememoran, en el uso de vocablos y acciones, viejos y nefastos tiempos. En esa vertiente, también me da vuelta una duda, y es si tienen la suficiente moral y ética para aconsejarnos. Si han actuado con idoneidad.  

El pánico en distintas dimensiones

Escuchaba ayer, viernes 29, exponer un informe que sonaba a perorata, por parte del intendente que no lo es, sino que arribó a ese cargo, en una parodia de los que burlan las letras de las leyes, por ejemplo, a usted Ingeniero Pablo Rosso, que terminó, inconcebiblemente, en el más alto cargo que tiene la ciudad. Usted lo sabe. Me pregunto si sobre su almohada se plantea algunas dudas sobre sus funciones.  Claro, que para eso es preciso tener ciertos valores. A esta altura, dudo que sean de sus convicciones. De usted y de quienes lo llevaron al cargo que ostenta. Le cito un solo caso, qué hizo el COE con el intendente electo Martín Gill, que rompió con todos los protocolos, y que han intentado pasar al olvido tal bochornoso hecho. El país se enteró. También me queda la incógnita, dónde está la imputación que la doctora Juliana Companys, Fiscal, prometió; sería bueno que explicara, qué hizo la Justicia con él. Dónde quedaron sus alocuciones. Doctora, usted también me genera hastío, y no temo en hacer público lo que pienso. Escuchaba su discurso y lo que menos encontré en sus frases, fueron actitudes disuasivas, persuasivas. Elementales para contextos como el que estamos viviendo.  No le parece doctora, que con todo este entorno de desazón que estamos viviendo, hablar de que quienes rompan las reglas -que me gustaría saber qué hicieron ustedes, cuando los del poder la rompen-, que iba a actuar la Policía, Gendarmería, policía ciudadana y cuanto uniformado ande por ahí suelto.  Lo suyo, como otros tantos conceptos, se vuelven lamentable. Aquellos que pasamos por las verdaderas épocas oscuras del autoritarismo, nos trae ciertas reminiscencias de los avasallamientos de los derechos constitucionales. El prometer amenazante, que se cobrarán multas siderales, como si se tratara de los mayores hechos delictivos o por lo que sea, en un estado económico detonado para el hombre común, es patético.

Por favor, dejen de imponer más intimidación a la sociedad.

Analicen todo el contexto comunitario. Ya, desde mi perspectiva ya han cometido no pocas incongruencias.  Si les sirve una sugerencia, controlen algunos geriátricos que tienen a los ancianos como si se tratara de condenados al patíbulo. Casos de encierros que se vuelven terribles. Pavorosos de verdad, sobre lo que están viviendo esos seres en su última etapa existencial. Una de ellas, pedía por favor, desconsolada a su hija que la sacaran a la vereda, quería ver gente. Un automóvil, un árbol. No exagero, solo reservo el nombre del geriátrico y de la que nos expuso sobre lo que están padeciendo. Seis meses, varios/as encerradas en una casa sin poder ni tocar a sus familiares. Es inadmisible. Vivir no solamente es esquivar al COVID 19. Requiere de otros aspectos más humanizados.  Siento que ustedes señores del COE, se han vuelto una pesadilla totalitaria, en esta exacerbación de la pandemia en cuanto a sus medidas. Quisiera tener otros sentimientos. Pero me los espantan…

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