“…vuelvo a buscar boliche… lo que nunca volverá”
Escribe: Leo Muñoz.
Boliche, pulpería, bar, lugar de encuentro especialmente para hombres, que en soledad o acompañados toman alguna bebida alcohólica.
En cada trago pasa la vida y el recuerdo por el garguero, mientras la mirada se nubla, por el humo del tabaco (antes) y el alcohol.

Un lugar donde no es necesario psicólogos, donde solo el silencio cómplice del vaso de vidrio y mesas que sostienen penas, abrazan a los que se entregan en repetido ritual.
El Siglo XXI devora con su hambre insaciable estos espacios humildes, refugios populares de tantas historias.
Villa María y región
Parecen morirse con sus parroquianos los bares y boliches, algunos históricos casos fueron el “Boliche de la Legua”, “Boliche el Palo”, “Boliche 4 Esquinas”, así como otros boliches de pueblos y caseríos de esta región, que, funcionando como boliche y almacén, como las pulperías, en definitiva, proveían o aún aportan, elementos indispensables para cada jornada, resultando el punto de encuentro de los paisanos vecinos.

En la ciudad bares y buffets presentes en los diversos barrios, ofrecieron su complicidad al que apuraba algún trago, acompañaban al que lentamente veía bajar el contenido de la copa, inserto en el mundo tembloroso de la cotidianeidad, mirándola de modo quizás turbio.
Algunos bares sobreviven, y allí se dirigen los que no tienen otro lugar que los cobije de igual modo.
Suárez, Palacios, Zitarrosa, orientales
Ignacio Suárez escribió la significativa letra de “Los Boliches”, mientras Yamandú Palacios la musicalizó, pero Alfredo Zitarrosa puso su arte a esta obra, marcándola con su estilo inconfundible, a tal punto, que muchos creen que es de su autoría.
Palacios, Suárez y Zitarrosa, autores e intérprete de la canción.
La música uruguaya que canta a sus hombres de campo ha tenido reconocidos artistas y formaciones que por décadas regalaron su expresión musical, caso de “Los Olimareños”.
El charrúa montevideano Zitarrosa nació en 1936, dejando una prolífica discografía y una serie de inolvidables creaciones como “El violín del Becho”, “Chamarrita de los milicos”, “Candombe del olvido”, “Explicación de mi amor”, “Coplas del canto” entre otros, tempranamente se apagó su vida en 1989, a los 52 años.
“Los Boliches” (Alfredo Zitarrosa) (I. Suárez – Y. Palacios)
Otra vez los boliches nocturnos
Amarillos de sueños perdidos
Quinieleros de suertes extrañas
Azulados en humos y vinos.
Viejas radios rezongan canciones
Un Gardel arrullando su trino
Y en la mano madera de un tango
Un borracho camino al ayer.
Desgastadas paredes que miran
Sin fervor, sin asombro las cosas
Por el ojo de buey descordado
De un reloj que hizo el tiempo y murió.
Opacados espejos que imitan
Otra vida mejor o la misma.
Marioneta de pan en la niebla
Tras un sol empañado de alcohol.
La soledad
Con el alcohol
Suelta un gorrión
Que por el aire del alma se va.
Con el alcohol
La soledad
Tibio gorrión
Que por el aire del alma voló.
El boliche conversa en silencio
Sus palabras de vidrio y tabaco
Cuando llueve las sombras florecen
Desolados versos de papel.
Los amantes se buscan el alma
Naufragados de urgencias preguntan
El destiempo les duele en la sangre
Laberintos de mar el amor.
La soledad
Con el alcohol
Suelta un gorrión
Que por el aire del alma se va.
Con el alcohol
La soledad
Tibio gorrión que por el aire del alma voló.
Y otra vez vuelvo a buscar
Boliche viejo
En tu ayer
Lo que nunca volverá.





