El poder y la fuerza es derecho de las bestias.
Escribe: Cristina Pablos.
Es increíble la capacidad de adaptación del ser humano; casi sin darnos cuenta dejamos de hablar de la pandemia para hablar de la guerra.
Estamos viviendo una guerra del siglo 20 en pleno siglo 21, tan solo porque a un sicópata se le ocurrió expandir sus fronteras. Un buen día, un gobernante ambicioso, inescrupuloso y de dudosa calidad moral, invadió a una nación de 42 millones de habitantes, riquísima en minerales y agricultura, con gente pacífica y con muchos de sus mayores víctimas del Holocausto. En esta gran aldea global que es el mundo, la amenaza de una nueva guerra mundial nos sobrevuela. Putin no dudó en invadir Ucrania como ya había hecho con Crimea en 2014. Mientras, Occidente dormía la siesta pensando que era solamente una guerra de narrativas. Esta no es una guerra en la que David vencerá a Goliat; es muy desproporcionada: Rusia tiene 70 barcos, Ucrania ninguno y ningún submarino, Ucrania tiene 270 tanques, Rusia 1242, Ucrania tiene 200 mil soldados, Rusia 800 mil. Rusia posee 6.225 armar nucleares. Putin, en el poder desde 1999, Ucrania una democracia. Putin amenazó con apretar el “botón rojo” y desaparecería toda Europa. ¿No pensó que si EEUU y la OTAN aprietan el mismo botón desparece Rusia?
La otra cara de la guerra es la tragedia humanitaria: 2 millones de desplazados ucranianos, la mayoría mujeres y niños; los hombres de entre 18 y 60 años se quedaron para apoyar a los militares, con un heroísmo envidiable, para defender a su Patria. Tal vez no vean nunca más a sus familias que emigraron dejando atrás trabajos, hogares, amores, sueños, afectos. Todo esto sucede porque un desquiciado con ideas de volver a la Rusia zarista atacó a un pueblo pacífico tratándolo de “nazis drogadictos”.
Y nuestro país, ubicándose siempre del lado equivocado de la historia, con la bipolaridad de sus gobernantes, por momentos condenando la invasión y por otros siendo neutral. ¿Será tan neutral como Perón, durante la 2da guerra mundial que, una vez finalizada la guerra, cobijó a los peores jerarcas nazis en el país? ¿O, tal vez, sea porque en diciembre de 2021 Alberto Fernández firmó un acuerdo con Putin para que nuestros militares vayan a “perfeccionarse” a Rusia, con todo pago (pasajes, ropa, comida, armamentos)? ¿A cambio de qué, presidente?
Una inmensa tristeza nos invade a los argentinos que amamos la libertad, como si no tuviésemos motivos ya más que suficientes para estar tristes con todo lo que sucede en el país.
Mi total solidaridad y acompañamiento espiritual con el heroico pueblo ucraniano y su presidente Zelenzky, comportándose como un verdadero líder, no como uno nuestro que se escondió en una cañonera paraguaya durante la Revolución de 1955.


