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Miguel Andreis

La culpa la tiene el otro. Siempre.

Escribe: Cristina Pablos.

Para ocultar su ineficacia el gobierno busca culpables externos. Siempre. Recién comenzado su mandato, A. Fernández culpó a Macri de todos los males y Kicillof a Vidal, sin recordar, este último, que el peronismo gobernó la provincia de Buenos Aires los últimos 30 años. El primer culpable de que la pandemia ingresara al país no fue la falta de control en Ezeiza, no, fue el turista argentino que el 3 de marzo ingresó el virus al país; ese que pedía sushi en el hospital ¿se acuerda? Después fue Sarita, la señora mayor, que tomaba sol, sola, en la plaza frente a su departamento. Le siguieron los chetos de capital, el surfer solitario, los runners, los que viajaron para Pascuas, los alumnos que se intercambiaban los barbijos en el recreo y las madres que conversaban frente a la escuela. Siempre patean la pelota afuera.

En el lamentable acto del 27 de junio en el CCK, antes de llegar a los 100 mil muertos y donde no había ningún familiar representando a las víctimas, el “presidente” hizo una payasada queriendo emular a A. Merkel. Lo correcto y apropiado hubiese sido un minuto de silencio y un pedido de perdón. A. Fernández me recuerda a Oscar, el protagonista del libro “El tambor de hojalata” de Günter Grass, que enloqueció para no crecer. Dijeron que venían mejores pero con las mismas recetas que fracasaron. Con el diario del lunes, el gobierno no supo leer nada de lo que pasaba en el hemisferio norte. Tuvo una muy mala praxis en el maneja de la cuarentena eterna, que no salvó vidas y sí fundió empresas. La adquisición y el plan de vacunación mostró la perversidad del gobierno: ocupamos el puesto 78 en el ranking mundial de vacunación, con sólo el 10% de la población vacunada (con las 2 dosis, se entiende).

Los padres con hijos menores de 18 años, con enfermedades serias, tuvieron que pedir, a través de VACUNA-ME, que trajeran la Pfizer, única vacuna autorizada para esa franja etaria. Para no darle rédito a la oposición que quería sacar la palabra “negligencia” del contrato para facilitar su compra (todo el oficialismo y algunos aliados votaron en contra ¡NO OLVIDAR!), A. Fernández dictó un DNU (y van…) para aprobarla, cuándo llegará no se sabe. Ahora dicen que el lunes próximo firmarán contrato con Moderna; Pfizer parece una mala palabra para el kirchnerismo. Por las dudas, de las primeras vacunas Sputnik que llegaron, Ginés G. García guardó 80.000 con la etiqueta “stock crítico” (¿?).

El gobierno, siguiendo con su actitud de crueldad, ha dejado “tirados” a 40.000 argentinos en el exterior. Para qué se fueron, embrómense. De los 155 vuelos que, reducidos, llegaban últimamente, se pasó a 3 por día, para traer 600 argentinos. Peligra la continuidad de las aerolíneas extranjeras que quieran seguir viniendo al país; cada vez más “standalone”.

Completamos la semana con un guiño a la CGT por el manejo de la caja de las Obras Sociales y peligra la salud privada y la libertad de elección de una prepaga; aunque dicen que es por el primer año en un nuevo trabajo, ya sabemos lo que “por única vez” significa en Argentina. Como remate, el Jefe de Gabinete de Kicillof trató a los opositores de más odiadores que el nazismo. ¡It´s too much! Murieron 6 millones de judíos, entre ellos muchos niños, durante el nazismo, el peor genocidio que conoció la humanidad. ¿Sabe, el Jefe de Gabinete de la provincia de Bs. As. que fue Perón quien dio asilo a los nazis aquí, en Argentina, cuando cayó Hitler?
Los libros no muerden, muchachos.

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