Escribe: Raquel Baratelli.
En pocas palabras, y sin ánimo de faltar el respeto ni desconocer la valentía de quienes lograron semejante hazaña, y a los fines de refrescar la memoria, podemos resumir un poco. La declaración de la independencia en 1816, fue un verdadero bolonqui que empezó allá por 1810 y lejos de cerrar una larga etapa de luchas y de internas políticas, abrió grietas difíciles de saldar. Mientras los militares y caudillos, nunca bien ponderados, enfrentaban luchas armadas contra los realistas por varios flancos, los diputados de las provincias iban y venían a Tucumán, las disputas entre regiones daban cuenta de las diversas posturas entre los gobernantes, unitarios y federales tiraban cada cual para su lado, los miembros del clero también metían la cuchara, y no olvidemos que por aquellas épocas, todo transporte se realizaba tracción a sangre, por lo que las personas y los mensajes solían llegar a destiempo…en fin, la casita de Tucumán, por aquel entonces, no era precisamente el paraíso de las coincidencias, los pobladores del territorio también aportarían apoyos y críticas ,pero así y todo, los pibes involucrados se pusieron de acuerdo para romper con la monarquía española y ponerse los pantalones para salir adelante. Después vendrían los líos entre unitarios y federales, los acuerdos sobre la forma de estado que se adoptaría, internas de acá y de allá, pero nada pondría en riesgo aquel gran impulso de libertad que aprovechó la oportunidad para independizarse y terminar con el colonialismo en la región. A ver, chicos, doscientos cinco años después, con todas las posibilidades de comunicación, con miles de ejemplos, tratados y estudios sociológicos, económicos y políticos, con toda la experiencia ganada a fuerza de golpes, no logramos acuerdos, ni a corto plazo; aunar criterios sanitarios acotados a los tiempos pandémicos es un triunfo, cuestiones como turismo, comercio y transporte son un incordio; qué decir con asuntos de estado como seguridad, educación, economía, minería e industria. Año tras año, gobierno tras gobierno, todo se convierte en una batalla campal entre propios y ajenos, los logros políticos y sociales tienen fecha de vencimiento; sin embargo acá estamos, festejando el día de la patria, enarbolando la celeste y blanca…agradeciendo el finde largo y la tan esperada apertura del turismo.


