Otro 9 de julio para celebrar, chicos.
Escribe: Raquel Baratelli.
Tanta agua ha corrido bajo la línea del tiempo de la historia argenta, desde aquel congreso en la casita de Tucumán, que parece un cuento más y resulta indispensable recordar el tiempo de arduo Lobby que llevó reunir a todos los representantes políticos de las diferentes regiones y consensuar para finalmente lograr declarar la independencia.
Seis largos años transcurrieron desde el famoso cabildo abierto, en un escenario de fuertes luchas armadas contra los realistas, pulseadas políticas y feroces internas por el poder en las que nadie se andaba con vueltas, todos persiguiendo el mismo objetivo de lograr que las Provincias unidas del río de la plata se convirtieran en una Nación independiente.
Imaginemos la complejidad de aquellos tiempos de vestidos largos y tertulias a media luz, de calles empedradas, faroles y carruajes, de mulas y bayonetas. En aquel, nuestro pero otro mundo, sin celulares ni redes sociales, en el que las comunicaciones viajaban a caballo, el tiempo transcurría con lentitud y las grandes decisiones consensuadas suponían grandes esperas.
Sin radio ni televisión, sin Twitter, -Instagram o Facebook, cacho de ansiedad que habrán cargado nuestros próceres. Otra hubiese sido la suerte de Belgrano con un WhatsApp que le advirtiera sobre la superioridad del ejército realista antes de la batalla de Ayohuma, el tiempo que hubiera ahorrado San Martín en el cruce de los Andes con Google maps, qué decir con un Dron. Aunque no todo hubiera sido color de rosa para la declaración de nuestra independencia si hubiese existido internet, ¡la de fake news que se ahorraron comunicándose por mensajería tracción a sangre!
Por otra parte, qué son seis años para la historia de una nación. Desde mayo de 1810, la necesidad de independizarse de España venía gestándose en las mentes de nuestros próceres; los revolucionarios, políticos civiles y militares, venían acordando en la necesidad de liberarse de la corona, hasta que se alinearon los astros, la mayoría de las regiones enviaron a sus representantes a Tucumán y no sin mediar dimes y diretes entre ellos, finalmente el 9 de julio de 1816, pasó a formar parte del día más importante para la línea del tiempo de la historia de nuestro país.
Desde entonces, en cada 9 de julio, al pueblo argentino ¡Salud!


