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Miguel Andreis

Entre la comida y el sexo. Anécdotas de Monzón y Úrsula Andress.

Escribe: Miguel Andreis.

Carlos Monzón era sin dudas uno de los hombres más codiciados por las mujeres más bellas de Europa. De nuestro país también.  En la intimidad ellas lo apodaban el “potro indio”. El hombre, según las féminas  que compartieron sábanas era un “virtuoso inconmensurable” a la hora de dar placeres.

No faltan quienes dan por cierto que Susana Giménez no paraba hablar de él entre el círculo de sus amistades. Curiosas las damas quisieron saber si no exageraba.  Al parecer, No. Filmando La Mary el boxeador no debió actuar. Todo lo transformó en realidad. Debieron apagar las cámaras y hasta el mismo director pidiendo a todos que se retiraran del set. De allí en más se transformó en el gran amor de “Susana”. Aun sabiendo que cobraba bastante seguido, ya que los celos del santafesino le despertaban la ira inmediatamente. Según la conductora,  el sacrificio  valía la pena…

Alain Delón, con quien el argentino entabló una entrañable amistad solía contar un hecho que lo involucraba pero que no lo afectaba. La actriz Úrsula Andress, mujer bella  que despertaba la libido en el sexo opuesto,  fue elegida como la  mejor Chica Bond» de todos los tiempos, en 1999. Un ícono para los británicos junto a James Bond. Ella,  entre su larga lista de amoríos mantuvo por años una relación con el  actor francés de facha incomparable.

Compartiendo una mesa con varios rostros de la pantalla grande, entre ellos Alán su ex, bien regada de champagne,  la fémina que nunca ocultaba sus vivencias  preguntó qué era más importante,  ¿¡una buena cena compartida o un sexo desenfrenado!?  Las respuestas se dispersaron.  Quienes superaban los 60, eligieron un buen plato. Los más jóvenes no dudaron en  inclinarse  por el intercambió de humedades.

Contó  la bella actriz  su fugaz romance con Carlos Monzón en 1979, cuando visitó la Argentina por la inauguración de la cadena de restaurantes francesa MAXIM’S. Monzón deslumbrado por la rubia fue directo al grano o en todo caso a la invitación de pasar  un  momento  juntos. Era tal su excitación que no soportó llegar hasta el departamento donde se hospedaba en uno de los últimos pisos  y ante la sorpresa de ella, de parado,  bajó el cierre de su pantalón y en el mismo ascensor le hizo el amor de la manera más rudimentaria. Riendo le puso colores a la situación “esta bestia no me dejó pegar los ojos en toda la noche… ese era un potro, potro de verdad”. 

“Meses después él llega a París;  salimos a cenar. Tenía gustos extraños en su comida. Recuerdo que pidió  una ensalada con singulares ingredientes (cebollas, ajo en dientes, tomates, hinojo y otras verduras particulares…)  olía horrible.  Él,  caballerosamente me hace probar. No la soportaba en mi boca. Al regresar  el mozo me  pregunta que plato solicitaría yo. Pedí una ensalada como la de él… no tenía más alternativas. ”Alguien le preguntó a Úrsula el por qué iba a comer algo tan desagradable que no le gustaba. Su réplica fue contundente: “No iba a dejar de tener un maravilloso sexo  toda la tarde tan solo porque  la comida no me gustase”  

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