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Miguel Andreis

El sillón de Rivadavia

¿Quien da más?

Escribe: Raquel Baratelli.

Como en el jueguito de la silla, los candidatos a “posibles candidatos” presidenciables  de los próximos comicios andan dando vueltas y  a los empujones tratando de quedar sentaditos en alguna silla, jugando vuelta a vuelta hasta llegar a ganar el tan preciado lugar en la última ronda, el sillón de Rivadavia.

La cosa es seguir en pie, sin tropezar ni caerse, jugando el todo por el todo para no quedar afuera. A sabiendas de que las sillas son muchas, los candidatos son más, el sillón de Rivadavia es uno solo y  por más que se prolonguen las vueltas sólo llegará a ocuparlo uno de los participantes, cada cual tiende sus hilos desplegando artimañas varias para depositar la sentadera en lugar seguro, pero en definitiva, todos saben que se trata de  un juego de azar, en el que  juega más la suerte que la capacidad y que  el buen manejo de los tropiezos propios. De todos modos, el juego se repite cíclicamente y siempre habrá una posibilidad para el que viene, por lo que hay que saber capitalizar los tropiezos propios y ajenos. 

A ver chicos, un poco de seriedad, las campañas pre electorales no son un juego de empujones, son una estrategia política muy útil para demostrar que tienen ganas de trabajar en  serio para que todos lo pasemos mejor. Los tiempos preelectorales son la posibilidad de sacar a relucir propuestas  verdaderas con las que  comprometerse, no para dedicarse a demostrar que los contrincantes son el enemigo; tiempos  para formar equipos, explayarse en proyectos de trabajo  que permitan incorporar lo que falta y mejorar lo que hay; son  tiempos  de buscar personas afines, no fanáticos; de diálogo no de peleas a muerte; en definitiva, una campaña electoral es una ventana para mostrarle a los electores  las fortalezas de un equipo y la verdadera intención de llevar a cabo un programa de trabajo, sostenible,  que facilite la resolución  integral de los problemas que aquejan al país.

Ganar por ganar no sirve, pisotear al otro y chicanear resta, decir lo que creen que los electores quieren escuchar está de más, manipular la realidad, prometer el oro y el moro, sonreír para la foto, es no entender nada de nada. Si tu objetivo es ocupar el sillón de Rivadavia para pertenecer a la nómina de tipos que no sirvieron para nada y ganarte un retrato en los libros de historia del colegio, estás en el horno, de tal lista todos se olvidan y libros de historia ya no hay.  

Si lo tuyo va por el sueldo y disfrutar la jubilación de presidente, te digo que con la inflación que hay, en poco tiempo no te alanzará para nada. Si querés ser presi para conocer los  tribunales y vivir la adrenalina de pasar por un juicio, te estás equivocando mal. Ahora, si lo que te seduce es el poder de mirar a todos por encima y vivir en un palacete, pensarlo bien, mirá que la quinta de Olivos es poco acogedora, el tal sillón no es un trono y además viene bastante desvencijado, no vaya a ser que en la última ronda, cuando logres sentarte en él, con tanto envión se te venga abajo.  

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