Escribe: Raquel Baratelli.
En la vida hay que saber administrar los silencios, viejo, no es cuestión de quitarle el saludo al primero que haga o diga algo que no nos guste. En todos los ámbitos de la vida, pueden ocurrir malos entendidos que deriven en ofensas que pueden generar fríos y largos silencios, pero es conveniente analizar las consecuencias negativas posibles de no conversar con el otro.
Qué decir cuando en un equipo de trabajo, donde la comunicación de sus integrantes es decisiva para el logro de buenos resultados, de “rompe y raja” algunos empiezan a jugar al oficio mudo, como quien no quiere la cosa, van dejando a otros afuera del juego y el equipo empieza a desmembrarse.
En la política argenta parece que se trabaja mucho en equipo, siempre aparecen uniones estratégicas de organizaciones distintas, coaliciones de fuerzas que se arman para ganar elecciones, que no tienen en cuenta que después hay que gobernar por varios años. Así nuestra historia sin fin: se llevan más o menos bien, ganan los comicios, son gobierno; de repente a uno de los miembros se le tranca la burra, otros se retoban, no se hablan y ahí se desmorona el dulce montón.
El presidente se ofende, pero disimula (hay que dar buena imagen) el o la vice desaparece en un silencio inexplicable que se convierte en un lanza llamas desequilibrante; alineados, sus secuaces escriben cartas, no de amor precisamente, desestabilizando la coalición, cavando una grieta infranqueable, desmembrando al equipo.
En conclusión, primero el silencio entre las partes, después el agravio público y el rumbo errante de un gobierno débil acosado por compromisos incumplibles, crisis social, crisis política, crisis económica… CRISIS.
Finalmente “el oficio mudo oficialista” estimula “el teléfono descompuesto” que también juegan magistralmente los medios, y la oposición aprovecha las artes del “dígalo con mímica” para organizarse en otra mala coalición política para ganar las próximas elecciones, gobernar por varios años; después retobarse… derivando en otra nueva crisis total.
A ver, chicos, ya vendría siendo hora de medir las consecuencias de estos jueguitos de silencios, gestos confusos y desvaríos; en todo caso, si se trata de jugar, dedíquense al “ludo mátic”, pero hablen claro.


