Lo que dice el Dr. Facundo Manes.
El hombre en su evolución siempre tuvo al “miedo” como un adversario, o en todo caso, si el mismo se generaba desde el poder, como un “aliado”. Los antropólogos dirán que el temor hizo que el individuo aprendiese a razonar más rápido. Los peligros que ponían en apuro su existencia, agilizaban la mente. Trepar a los árboles como un método de sobrevivencia, quizás, fue uno de los primeros reflejos del temor. También los que alcanzaron el dominio comprendieron que el espanto era una manera de sometimiento muy eficaz. Desde entonces el pánico tiene una estrecha relación con el desarrollo del hombre y la humanidad. También con la pérdida de derechos. La dominación encuentra en él, un elemental factor de sometimiento, mansedumbre y docilidad. Una síntesis que podría definirse en humillación. En ocasiones, el pavor lleva a dar batallas y en otras paraliza. Inmoviliza. Enloquece. Sea individual o colectivamente. Esta pandemia puede convertirse en un factor de enloquecimiento.
Argentina, estirando y estirando la cuarentena
Lo cierto es que como quizás nunca en la historia de la humanidad, se ha visto de las distintas maneras en que se puede someter e inmovilizar a los pueblos, como con esta pandemia de “Coronavirus”. Argentina, que se encuentra entre uno de los tres países que más tiempo lleva de encierro, ha ido creciendo en su metodología de pesadilla y angustia.
Cuesta creer que todo solamente se base en la posible contaminación del COVID 19, un virus de alto contagio y baja mortalidad. Nuestro país con más de 46 millones de habitantes lleva hasta el momento algo más de 4.500 fallecidos. Una cifra que podemos tomar como preocupante, pero no catastrófica; menos aún si la comparamos con los decesos del pasado año por enfermedades respiratorias que alcanzó a las 32 mil personas. Lo más intranquilizante es lo que llegaremos a descubrir una vez que se el gobierno tenga que dar por finalizado el aislamiento obligatorio. El encierro. En contextos como el presente vale tomar las palabras de profesionales de reconocimiento del orden mundial, como en este caso el trascendente neurólogo Facundo Manes. Sus expresiones públicas, mínimamente nos deberían llevar a la reflexión. Fundamentalmente a quienes dictaminan las órdenes de supervivencia, como lo son los diferentes COEs. El profesional indica que: “No podemos tener una cuarentena eterna, hasta el momento, 8 de cada 10 jóvenes tienen síntomas de depresión”; marcando el neurocientífico los peligros sobre la continuidad del encierro. «Si tenemos un pueblo ‘quemado’, una sociedad exhausta, por más que arreglemos la deuda o traigamos inversiones tenemos un problema humanitario, social y económico mucho más grave que el mismo COVID 19». Obviamente que Manes, le da otra mirada a la que baja desde el poder y de los medios que saturan con su llovizna de temores permanentes. Agregando que lo más dañino, sin dudas del contexto que sobreviene “es una pandemia de enfermedad mental” que, ya perjudica con la ansiedad o depresión a un número incierto, pero alto, de seres condenados a un futuro que dejará muchos más daños que los que estamos viviendo hasta el momento.
Que no solo importen los muertos por COVID 19
Claro que esto no le gusta abordar ni al gobierno, sea nacional, provincial o municipal, ni a quienes tienen a su cargo, lo que ellos creen, es el cuidado social, como lo es el COE. Una investigación de la Fundación INECO, sostuvo que los efectos pandémicos y de la cuarentena en la salud mental, es alarmante, indicó Manes, agregando que “la salud no se puede separar en salud física y mental, la salud es integral y hoy los argentinos estamos exhaustos”. Una cifra parecida a la de los deprimidos es la ansiedad. Su temor, Manes, lo explicó en una entrevista que tuvo radialmente con Marcelo Longobardi: “Me inquieta sobremanera que esto se haga crónico, la salud es una sola y, si no se piensa bien el tema de las prioridades, Argentina va a tener que ser reconstruida. Si tenemos un pueblo deprimido, desmotivado y ansioso, estamos frente a un problema no solo humanitario, sino también en lo social y económico”.
A su vez describe el cansancio de la población con el estiramiento del confinamiento.
“Atravesamos un momento de cada vez mayor tensión, en todos los marcos. Lo que ayuda a agravar el cuadro de desconcierto que se vive en la sociedad”. Agregando ejemplos como que el modo de comunicar de las autoridades lleva a poner más incertidumbre sobre lo que nos acontece. Cuando la sociedad de un día para otro comprende que se ha empobrecido, que va a perder su calidad de vida, la desesperación atraviesa cualquier credibilidad. Quedarse sin trabajo y observar que la clase política sigue pensando en cómo continuar detentando el poder mientras la comunidad deriva hacia la nada, cargada de un peso perverso y destructivo, el clima interior de las personas se transforma en un disparador. Ya se han perdido más de un millón y medio de puestos de trabajo, y cerca de 280 mil negocios grandes, pequeños y medianos. Un panorama que debería ser evaluado en el contexto que corresponde. El oportunismo y el cinismo de no pocos gobernantes, se refriega sobre la cara del hombre común. Simplemente hay que mirar que mientras a la sociedad se la tiene encerrada, otros están en las componendas para acceder o quedarse en el poder. “Eso impacta muy negativamente en nuestra salud mental”, explicó.
“Lo primero, es necesario tener más cuidado. Hacer una campaña de psicoeducación y explicarle a la sociedad que a veces sentirse mal es normal”. Proponiendo «menos miedo y más cuidado»
“Hay que darle herramientas a la sociedad para regular emocionalmente su conducta. Estoy muy preocupado porque además del virus se está propagando el miedo”, admitió Manes, y reclamó ser “más cuidadosos”. “Hay que empoderar a la gente mediante el uso de mascarilla, higiene de manos y bajar el miedo. Menos miedo y más cuidado”.
El miedo como herramienta que apuesta a la vida no sirve
Según el neurocientífico, “el miedo que hoy existe en forma generalizada – enfermarse con el virus, el miedo por la salud de nuestra familia, el miedo por la economía, por la situación social– es un estado emocional negativo que se genera por una amenaza próxima”.
Se teme que este contexto se prolongue por algunos meses más. “Las cuarentenas no pueden ser eternas”; agregando “que estamos ante una disputa de facciones, es lo peor que nos puede pasar”. “Hay fanáticos que incurren en el llamado ‘razonamiento motivado’ y no escuchan argumentos científicos. Tenemos falsos dilemas de ‘cuarentena vs. muerte’ y ‘economía vs. salud’. Este comportamiento quiere decir que seleccionamos los datos que coinciden con lo que queremos creer y reforzamos así nuestros preconceptos y esquemas mentales, y como gesto contrario ignoramos o le quitamos valor a lo que contradice lo que pensamos”.
Los dichos de Manes fueron analizados por los integrantes del gobierno central. Muy posiblemente no desconozcan ninguna de las acciones aquí señaladas, pero también se percibe cierto miedo del Gobierno, temen varias cosas, una, que sea la propia ciudadanía la que rompa la cuarentena; que lo económico y político pueda terminar en un estallido social. Más aún, los mensajes, aunque no sean en palabras que llegan a la población, desde la misma presidencia, es que el clima no solo se enrarece, sino que altera la ya desgranada paz social. Si apelamos a un pensamiento crítico, deberíamos, mínimamente analizar, si de la forma en que se está manipulando la información sirve para atenuar el estado de pánico y angustia que se puede transformar en un cóctel de alto riesgo para esta democracia está en riesgo ya que ha perdido su timón y, su capitán, con menos tropas de la que se supone detenta, conoce poco y nada de este tipo de tormentas. Sería de enorme utilidad que no todo se centre en el coronavirus ni la cuarentena, es muy posible, que, por acción u omisión, lo que devenga de ahora en más, termine siendo en cifras, mucho más horrible que lo que estamos transitando hasta el momento. También el miedo tiene su punto final… Tal vez después, cuando ya no haya regreso, hablemos de la importancia de la patología del miedo.


