Camino a la candidatura deseada.
Escribe: Raquel Baratelli.
Son tiempos difíciles, idas y vueltas, corridas y estancamientos, especulaciones y cambios de figuritas, declaraciones en juzgados, reclamos, secretos, dimes y diretes en los tribunales, gritos de un lado, chicanas del otro, peleas entre propios y ajenos.
A todas voces, las pujas por el poder político son un mal presagio para la autoridad presidencial que se va quedando afuera, desgastada por las malas decisiones y socavada por los embates de la economía que subyace al fondo de los acuerdos con el fondo y la inflación que no dan respiro, ya no hay discurso ni cadena nacional que pueda revertir su situación.
Mil caras de una misma moneda sucia y desgastada por un manoseo sin fin que promete penurias para la población y migajas a repartir paritaria tras paritaria, mientras el dólar sube, el peso se diluye y los proyectos de mejorar se desvanecen entre los discursetes vacíos de la política.
A ver, chicos, después de atravesar los últimos tiempos cachetazo tras cachetazo, parecía que los dirigentes podían haber llegado a entender la necesidad ineludible de determinar prioridades reales, unir fuerzas y trabajar codo a codo dejando partidismos a un lado para que el país, o sea todos, salga adelante sin embargo, cuando parecía que la tormenta aflojaba un poco, visto que todavía sobrevivimos y que hay muchos problemas por resolver, pero considerando que se viene un año electoral , nuestros “ muchachos locos” de la política se olvidaron de todo y sin medir las consecuencias de tirar más leña al fuego, vuelven a arremeter con la clásica campaña destructiva, denostando lo que hay, sin proponer más que eslóganes publicitarios de sí mismos.
Ni siquiera unen filas entre afines, la oposición no para de dividirse, por la puja caprichosa de ser “El Candidato” cada cual se olvida de las estratégicas coaliciones y son capaces de pelearse hasta con su abuela. El oficialismo no para de desgranarse en el devenir de las discordias irreconciliables. Otra vez la polarización del nosotros contra ellos, otra vez el vaiven de buenos contra malos donde no hay lugar para la novedad del consenso.
A partir de ahora y por los próximos meses, los ciudadanos estaremos condenados a escuchar todo tipo de gansadas partidarias, seremos testigos de un desfile de caras y caretas escindidas de la realidad, que buscan posicionarse en la pasarela de la política nacional de cara a las elecciones de 2024. Acto de acá, acto de allá a discursete vivo, gobernantes, funcionarios, legisladores y políticos, nos deleitarán con las consabidas falsas promesas y sanatas varias, en un reality mediático en el que, al mejor estilo gran hermano, quedarán al descubierto la pericia de periodistas funcionales a uno u otro bando, el talento actoral de cada candidato y su capacidad de subirse al podio de la popularidad con el sólo objetivo de quedar y ganar. Pero no todo está perdido, chicos, un año en tiempos electorales es mucho y todavía podría obrar un milagro que despierte el sentido común, la responsabilidad y la madurez entre los actores intervinientes.


