Escribe: Raquel Baratelli
Todos enchufados, conectados a la realidad más inmediata, deseosos de conocer la última noticia, para hacer circular los memes correspondientes, poner emoticones, compartir; apurados por comentar y publicar la primicia, demostrándole a los miles de contactos y público en general lo informados, pensantes y cool que somos. Mientras más conectados a más redes sociales, mejor. Así, vamos, de los números del COVID a ver qué se puso hoy Sol Pérez, de los goles del Bayer Múnich a los noteros que corren entre las llamas de los incendios, de las mecheras a la vuelta al cole en espacios libres, del cariño de un diputado por las gomas de la jermu al cepo cambiario, el día de la primavera, el informe del tiempo, la reforma judicial, todo da igual… Hoy se opina de todo, aprobando, desaprobando, apoyando o condenando causas perdidas con un simple Like, difundiendo a troche y moche lo que venga sin discernir la verdadera trascendencia de los hechos. Enchufados a las redes, nos creemos invencibles, poderosos, comprometidos y fundamentalmente acompañados, dando y recibiendo emoticones, corazones, manitos, compartiendo y comentando, creemos fervientemente que hacemos la diferencia. Pero ay, chicos, qué solos que estamos en este mundo tan compartido!!! Qué ciegos que somos entre tanta fake news!! Cuán fanatizados, idiotizados y ausentes. Vivimos asomados a una ventana, inconscientemente abducidos por algoritmos indescifrables de una nube que nada tiene que ver con el cielo.


