Escribe: Raquel Baratelli
En esta vida moderna, llena de eventualidades, es indispensable ser organizado y entender que, si de éxito se trata, además de planificar bien las cosas siempre hay que tener una alternativa, un as bajo la manga, un Plan B al cual echar mano si las cosas no son lo que parecen.
Por estas latitudes, últimamente las cosas nunca son lo que parecen y las eventualidades son moneda corriente y el ser argento viene bien entrenado, no sólo cambiando de planes, también acumulándolos.
Pasa que tanta improvisación sobre la marcha, tanta organización desorganizada de los gobiernos de los últimos años, para quienes los oficios de planificación no se les dan con facilidad, han ido acumulando tantas vicisitudes para los gobernados como planes de contingencia para salvarles las papas.
Así las cosas, año tras año, los ciudadanos padecemos más y más eventualidades inesperadas que atentan contra los derechos de los más vulnerables y que requieren de la aplicación de acciones urgentes para enmendarlas hasta encontrar la solución definitiva.
Así las cosas, año tras año, los ciudadanos padecemos más y más eventualidades inesperadas que atentan contra los derechos de los más vulnerables…
Un día surgió la copa de leche para los chicos, otro día el plato de comida en el colegio; la leche para bebés en el dispensario, el plan materno infantil, y no se pudo parar más.
La acumulación de “eventualidades permanentes”, como quien no quiere la cosa, fue engrosando la nómina de planes B, C, D, F…

Gobierno tras gobierno, cámara tras cámara, deuda tras deuda, fueron impulsando cada vez más vicisitudes y menos soluciones de fondo. Por su parte, los ciudadanos imposibilitados de planificar su propia vida ante las eventualidades presentes y porvenir, se han vuelto expertos en la acumulación de planes B y han adquirido el hábito de usar su último as bajo la manga, “el mangazo”.
Hoy, tanto los gremios como las organizaciones sociales, supuestos representantes de los no agremiados, trabajadores en negro y desocupados, dedican gran parte de sus esfuerzos al “mangazo” organizado, marcha tras marcha, piden paz, pan y trabajo, además de planes, subsidios y bonos para alimentos, aumento en las asignaciones por hijo, por discapacidad, desocupación, familia numerosa, vejez…
Hoy, tanto los gremios como las organizaciones sociales, supuestos representantes de los no agremiados, trabajadores en negro y desocupados, dedican gran parte de sus esfuerzos al “mangazo” organizado…
A ver, viejo, con tanta vicisitud “eventual permanente” y tanta desorganización, el país ha entrado en un bucle de programas, bonos y planes de ayuda social imparable, inservible para terminar con las eventualidades que enfrentan los sectores más vulnerables de la población, ocasionados principalmente por la desidia y el desinterés de gobiernos y organizaciones incapaces de generar, poner en marcha y defender políticas públicas de largo plazo que garanticen que las eventualidades dejen de ser permanentes .


