Cosas insólitas y el día del amigo.
Escribe: Raquel Baratelli.
Qué ocurrencia la de aquel dentista norteamericano, que atendiendo en el consultorio con la radio prendida, se vino a enterar del alunizaje de sus compatriotas y ahí nomás, torno en mano, le declaró amistad a su paciente, quien recostado en la camilla con la boca abierta no pudo rechazarla. Al terminar con la muela que lo tenía atareado, el odontólogo amistoso salió a la calle vociferando a viva voz, declarando su amistad a todos sus pacientes, vecinos, a los ciudadanos del mundo y a los habitantes de la luna.
Al oír la noticia de la llegada a la luna, el tipo pensó de repente en la soledad del satélite allá lejos en la oscuridad de la noche, se le vino a la mente el planeta del Principito o flasheó con los amigos de Roberto Carlos invadiendo la luna de canciones, la cuestión es que tomó el impulso de enviar mil cartas, vaya a saber a quienes, para registrar el 20 de julio como el Día del amigo, y lo logró.
Si habrá sido rebuscado nuestro lunático amigo, que con la emoción del momento buscó lápiz y papel, en vez de ir a festejar con sus amigos, tomarse unas birras y compartir la alegría de la llegada histórica a la luna con sus conciudadanos en la plaza. Historias insólitas hay millones, pero como ésta, pocas.
La cosa es que a estas alturas y después de las dudas de veracidad generadas por las filmaciones de aquella caminata lunar, tenemos la certeza de que una de las cartas llegó a manos de un argentino, quien haciendo honor al carácter amistoso y fiestero de su origen, corrió la voz.
Así las cosas, hoy por hoy tengas uno, varios o hayas llegado al millón de amigos, el 20 de julio es el día para celebrar que más allá de la luna la amistad siempre estará.


