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Miguel Andreis

¿¡Accastello a la intendencia por su cuarto mandato!?

Sus declaraciones lo subirían al ring.

Escribe: Miguel Andreis.

Faltan pocas horas para que entremos a una nueva etapa social y política en el país. El 2023 acecha como uno de los años más difíciles que nos toque vivir a los argentinos en muchos años. Votaremos. Eso, si es que CFK no detona del todo lo que queda de institucionalidad. La cárcel de sus hijos la aterra. Mientras tanto el sistema constitucional con todas las patologías más graves en su anatomía, aguanta de pura costumbre nomás. Nada o poco queda en pie, por lo tanto, más que una misión titánica para quién se lleve el triunfo en las urnas, deberá entender que implementar un gobierno que pueda funcionar será casi una cuestión milagrosa. El oficialismo continúa como una pelota de rugby, nunca se sabe para donde saltará. Tanto el presidente Alberto Fernández o la vice CFK, cuya coordinación psicológica es impredecible se pierde entre lo racional y lo emocional y la medicación tomada.

Después de la condena a prisión por 6 años a Cristina, solo por el “Caso Vialidad” y, aún le falta atravesar los otros dos, no menos comprometedores para ella y sus súbitos, como lo son “Hotesur y Los Sauces” y, posteriormente la “Causa de los cuadernos”. Allí la dama que se define como proscripta por ser  pobre, negra y coya, teme hasta la paranoia por la libertad de Máximo y Florencia. Más que nada por esta última. No les será fácil zafarle a la Justicia.  

La sumatoria de factores

En ese panorama navega la Argentina de la incertidumbre y el temor a una violencia desconocida. Las urnas se abrirían para mayo o junio, es decir, ahí nomás, a la vuelta de la esquina. En este desandar nos excitamos con una Córdoba algo rebelde, solo algo, a los mandatos porteños. La Docta por el momento no concilia candidatos desde la oposición. Mientras que por el oficialismo el dedo del Juan Schiaretti; apadrinó casi de apuro al sanfracisqueño Martín Llaryora. Hombre que dese el mismo Panal (Casa de Gobierno), en cafés de intimidades dudan que le den los números para ser el sucesor del actual mandatario. En esos pasillos nadie ignora que al gobernador se lo observa más entusiasmado en lograr un socio de peso para la aventura de lanzarse en el orden nacional por la Presidencia, casi como el “Camberra” en Las Malvinas, a rescatar los náufragos de un peronismo disconforme hasta el hartazgo de CFK y sus seguidores, aquellos que jamás cantaron la marchita, y para los independientes que con catalejos miran sin ver nada interesante. Schiaretti está convencido que puede insertarse en la desafiante y contrariada ancha avenida del medio. Lo que no le será simple, pero, además, guste o no, le quitará tiempo para sostener a su elegido.

A Rey que se raja, rey puesto.

“Será Dios y la gente quien decida mi futuro… yo acataré ese designio”

En ese desenfreno de posibilidades y apuestas basadas más que nada en suposiciones de futurología, se encuentra el ministro de Industrias, Eduardo Accastello que, por el momento, a su gente de SOMOS en Villa María, la fue entreteniendo con diferentes bellaquerías. Primero, aunque no oficialmente, todo parecía que la aspirante al Sillón de Viñas, sería su esposa, Verónica Navarro Alegre. Sobre la marcha varió su posicionamiento y apoyó las aspiraciones de uno de sus hombres más fieles a lo largo de su carrera, como José Escamilla. La puesta en escena fue muy corta y lanzó en menos de un mes al joven Juan Pablo Inglese, también alto funcionario de Comercio de la Provincia. Lo que molestó y no poco a Escamilla que ya iba camino a las gateras. Lo cierto es que por más encuestas que intenten mostrar, Juan Pablo, ni siquiera forma parte del conocimiento popular. Su inserción no llega.  No es parte del debate sobre los figurados aspirantes. Este martes 27, en una nota que realizó Sabrina Molina para FM Centro, y ante la pregunta de la rubia dama sobre sus intenciones de volver por la cuarta candidatura a Intendente, el palestinense, como nunca hasta el momento, soltó la frase “eso lo decide Dios y la gente… y si es lo que me piden…” Hubo más frases indicativas.  Conociendo la historia del citado, no es para pensar demasiado. Pero además añadió que, para él, más allá de los Ministerios que tuvo con De la Sota y Schiaretti, su más profundo disfrute lo alcanzó como Intendente. Más definiciones que desnuden sus intenciones no son necesarias.  Villa María es la tercera ciudad de la Provincia, si bien en el orden nacional las cifras que representa nuestra villa suenan a insignificantes, no lo son en el orden provincial. Otro dato para tener en cuenta. Quizás que contrariando lo que no pocos suponen o temen, es que en el camino arreglen con su, nunca comprobado real enemigo, Martín Gill. Todo parecería indicar que no lo haría, pero en política la palabra imposible no debería usarse. “Eduardo” como quiere que se lo llame en lugar de Ministro, demuestra que tiene ganas de volver a la carga para recuperar el ex Palace por cuarta vez. Lo que decida la ciudadanía en las urnas eso corre por otro andarivel.

Y para justificar este concepto es preciso recordar que Accastello se fue de la función pública del municipio con una imagen no muy favorable, a pesar de las obras de sus gestiones. No se alejó como un dechado de transparencia. Nunca se supo el costo real de las mismas y las denuncias ante la Justicia fueron poco o nada investigadas. Vale preguntarse si en el pensamiento de la comunidad, esos conceptos de supuestos irregulares manejos de fondos sigue estando en el conocimiento de los vecinos o ya aquel perfil prescribió pasando al olvido.  Es difícil alentar definiciones sobre los alcances del rememoro colectivo. Sus gestiones tienen obras para mostrar, lo que queda en la incertidumbre es si la supuesta falta de transparencia se la llevó el tiempo o persiste, especialmente aquella creación del ENINDER con manejos milloanarios.

El primero y más importante representante de Néstor y CFK

 ¿Accastello podrá volver a poner en marcha su invicta maquinaria electoral con él al frente? Solamente bastará esperar. Como un factor referencial, aunque no determinante, en las pasadas elecciones de “medio término”, bien no le fue. A Gill Tampoco. Sumando los números de ambos, quedaron muy debajo de Luis Juez. Obvio, no faltarán los que dicen que no es lo mismo comicios por el Ejecutivo que por el Legislativo. Y es posible, habría que preguntarse cuánto pudo influir el recuerdo o en todo caso el olvido a la hora de meter el sufragio.

Fondos para una campaña no le habrán de faltar y, el peso de la memoria colectiva será fundamental. Esto último es algo abstracto. En fin, Accastello, combustible tiene, falta saber si el mismo sirve para vencer al tiempo y, por último, nadie desconocerá que el primer referente, casi en el orden de la  exaltación de Néstor y Cristina en la ciudad y también en Córdoba tuvo un sello: Eduardo Accastello. Otro elemento para no pasar por alto. El Kirchnerismo a nivel nacional nunca ganó en la ciudad.

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