Escribe: Miguel Andreis.
De a poco se van conociendo situaciones bastantes complejas en todos los ordenes de lo que está aconteciendo con la Municipalidad y principalmente, con lo dejado por el gobierno saliente de Martín Gill.
Tal lo expresado al matutino local El Diario, por el flamante intendente Eduardo Accastello, refiriendo que es imposible controlar absolutamente nada del manejo de los fondos que desde hace años se viene dando en el ámbito comunal.
Al parecer, si algo no se quería la gestión saliente, era dejar las cosas, léase números, acomodadas para que el municipio pudiese seguir funcionando con la elemental normalidad. Y lo lograron, tal nos refieren. Nada estaría en orden. El sistema operativo contable, no solo que fue detonado, afirman que una acción de anulación de la mismas. Explican además que también se les han cambiado las claves. Es decir, no se puede conocer los números reales y, mucho menos los enormes montos que llegaban desde Buenos Aires. Todo incertidumbre y faltantes millonarios. Además de una deuda que rondaría los 4.500 millones de pesos.
Salvando las distancias se halla alguna similitud con lo acontecido en Villa Nueva, donde no quedó una sola unidad de control contable en funcionamiento, donde los servicios de recolección, riego, barrido, etc. dejaron de brindarse hace tiempo. Contexto que se enmarca entre lo llamativo si se observa tantas irregularidades dentro del ámbito donde ambos ex mandatarios, dieron en llamar “conglomerado”.
Bajo esa definición lograron cooptar millones de dólares, por ejemplo, entre otras, el préstamo que llegó para la construcción, en territorio Villamariense de lo llamado enterratorio o basural, con la intención de seleccionar parte de lo que allí se vierta. Vale preguntarse, alguien del gobierno nacional determinó sobre la valuación de los gastos y la funcionalidad del mismo. Todo parecería indicar que no.
Lo cierto es que se fueron del poder sin preocuparse mucho de lo que le dejaban al pueblo que tanto dicen querer. Por momentos se asemeja a tierra arrasada, sin contabilizar lo que le costará en tiempos y fondos a los villamarienses recuperar una base de datos que, es la que permite, o en todo caso permitía, tener una administración funcionalmente básica.
Ya pasó más de una semana que Accastello asumió, que pudieron conocer fehacientemente lo que significa una gestión deficiente y para nada transparente, por no definirla de otra forma. Hasta el momento de que esto se conozca no se había presentado denuncia ante la Justicia. Es de suponer que el nuevo mandatario no adhiere al axioma de no judicializar la política. Para eso existen los poderes independientes unos de otros. La Justicia donde la política se hace la distraída o ingresa de pleno en el plano de la corrupción.
Desconocemos el motivo de no acudir ante Tribunales hasta el momento y exhibir punto por punto las profundas irregularidades que se encontraron con los fondos, pero además con herramientas y unidades desaparecidas o destrozadas.
Pero, además, también dicha operación lo pueden o en todo caso deben formalizar los Tribunos de Cuentas. Se conoció que hay balances y cheques que deambularan durante casi un año esperando que las arcas de la Municipalidad los puedan recuperar. Se observa cierta inercia.
Acudir a la Justicia es una atribución constitucional. Los pactos electorales no siempre son saludables. En general, son de connivencias pocos afortunadas y alejados de los intereses del pueblo.


